–No tienes luz ni agua. El ayuntamiento –qué humanidad, cuánta alma– te las cortó. Bueno, todo el ayuntamiento no; pero mucho sí, precisamente los y las responsables del Gobierno Municipal con el alcalde a la cabeza. Son esas buenas gentes que están orgullosas porque Gasteiz es Green Capital y es una Ciudad Amiga de la Infancia. Vale que no es muy amiga de vuestras hijas e hijos, pero es porque las personas pobres no tienen infancia ni se la merecen. Eso lo sabe todo el mundo.
–No tienes calefacción y hace frío. Y a las seis de la tarde es de noche en Siberia-Gasteiz. Pues os metéis en la cama, si tenéis suerte de tener mantas. Y os acostáis con ropa. No encendáis velas, que son peligrosas y se puede quemar la vivienda. Y si hay un incendio no os han dejado con qué apagarlo. Los pobres tienen que pasar frío y estar a oscuras, eso es así. Y deben ir a por agua como hace un siglo.
–A vuestros hijas se les hará largo tanto tiempo heladas y a oscuras, pero ya irán mañana al colegio, que esta ciudad es así de rumbosa e inclusiva. Eso sí, a una escuela segregada, de pobres y extranjeras, no se vayan a juntar en un colegio con gente autóctona paya de clase media, qué va a ser esto. Es que además a las personas pobres les encanta estar juntas, ya se sabe, y las instituciones velan por que así sea. Por suerte, el tema en Vitoria lo tenemos bien arreglado; estamos en una de las ciudades con mayor índice de segregación de Europa: las pobres con las pobres. Punto. Todos los gobiernos se encargan de mantener y acentuar esa situación de mandato en mandato.
-Dicen algunos vecinos que tenéis conflictos entre vosotros. Ellos no tienen nunca ningún conflicto porque son buenas gentes de bien –no como vosotros–. Además, el tener luz, calefacción y agua corriente es que les pone de buen humor. Vosotras también deberíais estar contentos, aunque estéis muertas de frío y en la cama a las seis de la tarde. Tenéis techo y sin pagar. Menuda vidorra os estáis pegando. Lo de lavar la ropa y la vajilla, cocinar, ducharse y bañar a las hijas con agua corriente –y más todavía con agua caliente– está sobrevalorado.
-Dicen también que no queréis trabajar. Es que hay un montón de empresas que os quieren contratar y no os dejáis. Deseando está el tejido empresarial alavés. Y vosotras lo que queréis es seguir viviendo del cuento, en esas casas y en esas condiciones tan buenas. Quién las pillara.
-Dicen que sois delincuentes porque estáis disfrutando de esas estupendas viviendas en inmejorables condiciones, viviendas que no son vuestras, y eso es robar, aunque estuvieran vacías. Mejor estabais en la calle, sin fastidiar a nadie, muriéndoos de frío y de soledad. Pero no lo hagáis en una calle céntrica y mucho menos cerca del ayuntamiento. Buscad un sitio donde no se os vea, donde no manchéis ni afeéis el paisaje de la gente buena y formal.
–Estáis dando mucho la lata. Vuestra situación sale en los medios. Lo mejor es que no llaméis tanto la atención. Estáis molestando a la gente de bien de la ciudad. Es gente con humanidad –no como vosotros, que no tenéis humanidad, y es que ni se sabe si sois humanos–. Esos ciudadanos de bien tendrán que ir a misa, dar una limosna a algún pobre, escribir un comentario en algún periódico on-line, indignarse por alguna injusticia, plantar un árbol en el anillo verde… Ya está bien de molestar, puñetas.
–Lo mejor sería que os esfumarais, os evaporarais, desaparecierais… Desgraciadamente, no ocurre que las pobres se disuelvan en el aire, así que están esperando a que os vayáis a otra parte, pero claro, es que no sabéis adónde ir. Las condiciones no son mejores en otros lugares. Y con esa pedazo de vida que lleváis, cómo os vais a marchar.
–Vosotras sois gente dura, estáis hechas a todo. No necesitáis todo lo que necesita la gente normal, la gente humana. No pasáis estrés ni ansiedad pensando que cualquier día os desahucian y a dónde vais a ir, ni sufrís por vuestra situación –tampoco al ver padecer a vuestras hijas–, ni os deprimís por las condiciones de vida que tenéis ni por el desprecio con que os trata la buena gente. La salud física y mental de la gente buena que paga la vivienda es muy frágil y merece gran atención, pero a vosotras no os hace tanta falta.
Pues eso, a disfrutar a tope de esa magnífica vivienda que habéis pillado, en espera de que cualquier día se lleve a cabo el desahucio y la demolición. Pero seguro que aún así persistiréis en querer seguir viviendo, en no desaparecer… Es que no tenéis educación.