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¿Qué hago yo ahora con Marcela Lagarde? El dichoso “borrado de las mujeres” y el debate entre feministas

Leo con pena a Marcela Lagarde en la entrevista que le hace Nuria Coronado Sopeña en el diario Público (21-7-2020). La pensadora feminista habla contra el transactivismo y “el borrado de las mujeres que este movimiento neoliberal pretende”. Se refiere, asimismo, al afán por eliminar a las mujeres como el sujeto del feminismo mediante “lo queer” (todo sic). Pena, en fin, por ver repetidas en su boca lo que son ya expresiones cliché que en los últimos meses encontramos una y otra vez en las declaraciones de un nutrido grupo de feministas, algunas de larga trayectoria y amplio reconocimiento en el estado español (y fuera de él). Entre ellas Amelia Valcárcel, a quien Lagarde cita como referencia en la entrevista. Ay, Marcela, maja, ¿tu quoque?

¿Qué vamos a hacer las feministas transinclusivas con quienes han sido nuestras referentes o, sin llegar a tanto, con aquellas cuyas aportaciones hemos apreciado y que hoy se manifiestan en términos semejantes a los arriba citados? Tengo que confesar incomodidad. Entre los materiales que uso en sesiones de formación con el profesorado, por ejemplo, incluyo una definición –que a mí me parece muy buena– del término coeducación de Alicia Miyares, a quien en los últimos tiempos he oído con disgusto expresarse de modo poco respetuoso –vamos a dejarlo así– sobre las personas trans.

Por otro lado, me deja pasmada la facilidad con la que las unas retiran la calificación de feminista a las otras y viceversa. Si no eres de mi corriente, no eres feminista, oyes. Esta tendencia a repartir y negar acreditaciones por parte de algunas –que se deben de considerar el eje, qué admirable autoestima– es una tendencia que viene de antes, pero es que ahora las “expulsiones” serían masivas desde uno y otro lado. Y entiendo que eso enajenaría para cada lado la producción de pensamiento y el recorrido de las expulsadas del otro. Pero qué perdida. Qué hago ahora con lo que hemos aprendido de Marcela Lagarde… Por no mencionar a muchas otras con cuyas obras me he formado. Qué hago con una parte de mi genealogía que me ha resultado tan valiosa en algunas áreas…

Los términos en los que transcurre la discusión son de un estilo que, por decirlo suave, no favorece el debate. Ni este ni muchos de los anteriores. Igual es que desde los diferentes flancos tampoco se quiere debatir, y cada cual habla para sus filas o para el público en general, pero no para las que están claramente en otra postura, si no es en en modo reproche. Por mi parte, no llevo bien que unas se arrojen a otras términos despectivos como “terfas”, “abolas”… Ya, ya, que “terf” es un término descriptivo (trans-exclusionary radical feminist) y “abola” es una contracción de “abolicionista de la prostitución”. Pues será, pero a ver quién se cree de verdad que “terfa” se dice desde el cariño, y “abola” también.

Hace unos días he firmado el documento Paraguas feminista: Ante la tormenta, cuidados transinclusivos, que dice en su último párrafo: “Quienes nos sumamos a este paraguas decimos basta a las violencias entre compañeras feministas. Nos comprometemos a poner nuestro esfuerzo para no dejarnos llevar por las dinámicas tóxicas y conseguir que los feminismos sigan siendo espacios seguros y cuidadosos para todas. Apoyamos y mandamos mucho amor a todas las compañeras trans y a todas las disidentes de la normativa cisheteropatriarcal. Con generosidad, inteligencia colectiva y empatía, nos resguardamos de las tormentas y esperamos encontrarnos con todas vosotras en los movimientos feministas”. Ojalá. Todo bien, si no nos quedamos con que son las otras quienes tienen que construir espacios cuidadosos con nosotras las transinclusivas. Siempre es más fácil, claro, ser sorora con la que está en mi onda de pensamiento y activismo, cuando lo valioso e interesante es precisamente serlo con mi prima, la del Frente Judaico Popular (véase Monty Python).

No perderse la excelente entrevista a Miquel Missé sobre la necesidad de un debate en términos más constructivos, la necesidad de seguir haciendo pedagogía… Hace unos meses yo misma flipaba con la reflexión enorme de Missé y Laura Macaya en torno a la necesidad de gestionar el diálogo y el debate entre feministas de forma menos punitivista. Si aprendiéramos eso, cuánto tendríamos adelantado. Pero qué difícil es deconstruir unos modos de comunicación que llevamos inscritos y que no dejan de provenir de valores patriarcales.

Yo, de momento, y haciendo un esfuerzo –lo reconozco– voy a dejar la cita de Alicia Miyares en el Power Point, ¿vale?

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