La intervención militar en Río de Janeiro sigue su curso. Pero los militares no aperecerán en Copacabana ni en Ipanema, y menos aún cerca de los lujosos hoteles cariocas. Quizá se pueda ver algún helicóptero sobrevolando la playa, pero la presencia militar no ha ido de turismo a Río, no vaya a ser que den caza a algún pez gordo de la trama Odebrecht.
La presencia militar se ha centrado en las favelas de la periferia, haciendo fotos a los habitantes y sus documentos, instalando los campamentos en los únicos lugares que tienen las niñas y niños para jugar, y además distribuyendo cómics como propaganda “sutil”, en los que la policía militar los defiende de “monstruos rojos”, e incita a la juventud a alistarse al ejército.
Ver para creer